ORIENTAR PARA EL DESARROLLO DE LAS COMPETENCIAS EDUCATIVAS



En los 23 años transcurridos desde la promulgación en España de la primera ley educativa (LOGSE, 1990) a la aprobación en el parlamento de la sexta de estas leyes orgánicas (LOMCE, 2013), la sociedad española, en el marco de la sociedad global surgida en estos decenios, ha vivido un cambio radical y profundo influenciado sobremanera por el desarrollo y la expansión de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación. La sociedad post-industrial de finales del siglo XXI  ha evolucionado a una sociedad del conocimiento y con ellos han cambiado las demandas que la propia sociedad hace al sistema educativo de manera que las personas puedan desarrollar adecuadamente las competencias tanto personales, educativas y profesionales de forma que puedan adaptarse de la mejor manera posible a la nueva sociedad de este comienzo de siglo.

¿Qué es lo que solicita la sociedad actual a sus ciudadanos? “En la mayoría de los países pertenecientes a la OCDE se valora que los individuos sean adaptables, innovadores, creativos, autodirigidos y automotivados, que posean la capacidad y la habilidad de resolver tareas mentales complejas más allá de la reproducción básica del conocimiento acumulado”

Los individuos requieren competencias adecuadas para un mundo en el cual la tecnología cambia de forma rápida y continua lo cual requiere una elevada capacidad de adaptación. Un mundo de sociedades diversas con una mayor riqueza y complejidad de las relaciones interpersonales y en que la globalización ha generado una cada vez mayor interdependencia. Y todo ello con unos valores comunes a las sociedades modernas y desarrolladas como son los valores democráticos y el desarrollo sostenible.

A pesar de estas nuevas demandas de la actual sociedad, en la escuelas, institutos y universidades de nuestro país se sigue aprendiendo y enseñando de forma muy similar a como se enseñaba y aprendía hace 20 años.  Y por supuesto habría que incluir a la propia orientación educativa, a sus modelos y marcos de actuación.

La modernización de la educación pasa irremediablemente por un cambio profundo en los objetivos educativos, en las actuaciones e intervenciones de los educadores, en el funcionamiento de los centros educativos, en los criterios y métodos de evaluación, en resumen un cambio sustancial en la práctica educativa y en la formación de los propios educadores, más allá de la mera inclusión de algunas de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, o de nuevas leyes educativas.

En este sentido habría que entender el fracaso educativo como el fracaso de la sociedad para educar a las personas (niños, jóvenes y adultos) en aquellas competencias personales, educativas y profesionales que les permitan una integración plena y satisfactoria en un mundo que cambia con rapidez y que demanda a los individuos que se enfrenten a la complejidad de muchas áreas de su vida. Y teniendo muy en cuenta que las competencias se aprenden más y mejor dentro de un ambiente favorable para el aprendizaje.


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